viernes, 23 de marzo de 2012

IR A LA INDIA ES VIAJAR EN EL TIEMPO A VER COSAS QUE PENSÁBAMOS QUE YA NO EXISTÍAN Y VIAJAR A UN MUNDO DONDE LO IMPENSABLE SE VUELVE REALIDAD

Llegamos a la India el 14 de febrero después de un viaje largo desde Hong Kong, con escala en Bangkok. La gente nos había prevenido mucho sobre este país: chocante por la pobreza, agobiante por los millones de personas, niños pidiendo dinero en cada esquina, suciedad, polución, cuidado con la comida y el picante, y en el que había que estar alerta porque la gente intentaba todo el tiempo aprovecharse.

Al llegar a Delhi, el gerente del hotel nos ofreció un súper tour de acuerdo al tiempo que teníamos y lo que queríamos ver, con conductor y carro los 15 días que estaríamos, hoteles incluidos y trenes, por un buen precio. Lo pensamos mucho, pues llevamos mucho tiempo viajando por nuestra cuenta y la verdad nos ha ido tan bien que no estábamos seguros que fuera la mejor opción. Finalmente decidimos contratar el tour, con las cosas buenas y malas.

La experiencia del coche la verdad bien y mal. Bien porque te da la oportunidad de conocer más sitios y especialmente de ver los pequeños pueblos, la vida en el campo, el paisaje tan especial que tiene India. Te hace el viaje más cómodo en un país tan especial y desgastante como este. Mal porque en principio fijas un itinerario que tienes que cumplir y no tienes total libertad para decidir cuánto y dónde quieres gastar tu tiempo. Por otro lado, conoces menos gente ya que en los trenes y autobuses son los lugares donde más fácilmente hablas con viajeros para asegurarte de los destinos, horarios, etc. Además, pensamos que 14 días viajando con nuestro conductor indio nos ayudaría a entender las miles de preguntas que teníamos sobre el país. Aquí no tuvimos mucha suerte pues nuestro conductor era bastante soso y no se le entendía muy bien lo que hablaba.



Aunque sólo estuvimos 22 días conocimos bastantes ciudades: Delhi, la zona del Rajastán (Mandawa, Bikaner, Jaisalmer, Jodhpur, Udaipur, Pushkar, Jaipur), Agra y Varanasi. Quince días viajamos en coche con conductor, desde Delhi hasta Agra, y a partir de aquí trenes y autobuses hasta Varanasi y la frontera con Nepal.

El Rajastán era la zona donde reinaban los Marahas en los siglos XVII y XVIII. Casi todas las ciudades turísticas que uno visita eran las antiguas capitales de los “reinos” y lo que ves son lujosos palacios, enormes fuertes, antiguas ciudades amuralladas y preciosas mezquitas o tumbas que éstos construyeron. Los Marahas eran de origen musulmán y muy interesados en la arquitectura y en la cultura. Sorprende ver que casi todos los monumentos y representaciones culturales en esta parte de la India son de origen musulmán. De origen Hindú sólo se visitan templos, en general nada sorprendentes excepto los templos Jain.

Por otro lado, el Rajastán tuvo su época de esplendor a finales de siglo XVIII y principios del XIX ya que por aquí pasaban todas las rutas comerciales entre Asia y Oriente Medio o Europa. En aquella época, todos los ricos comerciantes vivían en pequeños palacios o “Havelis” que puedes encontrar en todos los pueblos de la zona, especialmente en Mandawa y Bikaner. Actualmente sus propietarios se han trasladado a vivir a las grandes ciudades comerciales como Delhi o Bombay y la mayoría de estas preciosas casas están medio abandonadas. Algunas las están reformando para convertirlas en hoteles boutique.

Hoy en día las rutas comerciales ya no pasan por aquí y es una de las regiones más pobres de la India. No es una región fértil pues la mayor parte es desierto y actualmente vive principalmente del turismo y de las minas de mármol y piedras de construcción.


La gente nos cayó muy bien, nos parecieron buenas personas, trabajadores, simpáticos, amables, aunque un poco triste. Punto aparte merece el tema del trato a las mujeres, pues no teníamos ni idea que pocas trabajan, desde luego ninguna de cara al turista, en ningún hotel, restaurante, oficina, o tienda que estuvimos vimos una mujer, o sea, la mujer a casarse y a servir al marido. Muchas de las que vimos estaban con la cara cubiertas por los velos de colores del sari (el vestido tradicional que es precioso, súper colorido y con algunos brillantes), igual que las musulmanas. Deben pedir permiso al hombre para salir de la casa. Y pues aunque al parecer se está luchando contra los matrimonios arreglados, es algo que pasa todos los días y está súper arraigado en la sociedad. Hubo muchos sitios en los que caminamos, calles enteras en las que  no vimos ni una mujer!. Obviamente en las grandes capitales como en Delhi hay zonas que son más “occidentales”, pero la verdad parecen más una excepción.






Una calle típica de la India normalmente es estrecha, llena de tiendas tipo mercado, con las aceras de arena, mucho polvo, bastante basura, mucha gente caminando por todas partes, mucho tráfico especialmente motos y tuk tuks, o ricksows como los llaman allí, que no paran de pitar ya que como no hay semáforos todos se cruzan por todas partes, pitan a los peatones que también cruzan por todas partes y también pitan a las vacas, perros, cabras, burros o camellos, que contribuyen con sus “especias” a que las calles estén llenas de olores y sabores.



India (lo que pudimos conocer en estos 21 días) es un país fascinante, muy seguro, impactante, estresante y desesperante. Es colorido, pobre e hiper poblado. Tiene una historia súper interesante, con una cultura riquísima, y llena de tradiciones increíbles. La religión súper presente, llena de bonitos ritos, tanto hindú, musulmana o la que sea. Tiene una comida deliciosa y gente súper simpática.





Ahora, es un país que agota para el turista, pues cuando no estás de visita en visita en palacios (al final al ser tantos, todos los que has visto se confunden) negociando con todos los vendedores, guías etc.. y te quieres dar un paseo, tienes que llenarte de paciencia (en ese sentido encontramos el país muy espiritual), pues puedes ser atropellado por una vaca, buey, camello, cabra, carro, bicicleta, tuk-tuk, tractor o moto, o puedes quedarte sordo de los pitos, o sencillamente caminar buenos ratos sobre basureros.

En la India todo es auténtico, casi nada es específico para el turista especialmente en las grandes ciudades. Es raro, porque en general no ves casi turistas excepto en los monumentos, pero una vez fuera de estos todos se pierden y ahí te quedas tú solito como viviendo en una película del género que ese día quieran dar.



Hay tanto que decir, que lo mejor en este caso para contarles y mostrar todo lo que hicimos y vimos son las fotos. Por cada lugar describimos un poquito…

Delhi: Ciudad gigante, fea y caótica, llenísima de gente. Tiene un recorrido turístico de un día para ver las principales atracciones como el Fuerte Rojo, la mezquita Jama Masjid, o el Raj Ghat donde incineraron a Ghandi y a Indira Gandhi, o el Lody Garden, un parque súper lindo con algunas antiguas tumbas, que fue el sitio que más nos gustó. Lo mejor de Delhi, es perderse por el Old Delhi, que está lleno de gente y de bazares de todo tipo, el paseo es divertido porque ves realmente cómo viven día a día.



















Mandawa: Un pueblo muy chiquitico pero con mucho encanto. Las calles están sin asfaltar y aunque todo el pueblo está en la calle, es relativamente tranquilo especialmente por las noches. Lo más especial es que está lleno de preciosas havelis. Algunas están reformadas y otras muchas no, aunque normalmente están habitadas por una familia que la limpia y las cuida para conservarlas. Nosotros tuvimos suerte y conocimos a Javier un chaval de unos 18 años que hablaba español y fue un excelente guía con el que conocimos todo el pueblo. Este pueblecito es muy recomendable, nos encantó.

En la India es normal encontrarte con chicos jóvenes que hacen de guías y que hablan cuatro o cinco idiomas bastante bien pero que no saben leer. Los idiomas los aprenden de hablar con los turistas todos los días.







Bikaner: Nosotros paramos aquí para hacer noche de camino a Jaisalmer. Aunque es relativamente turístico por el fuerte de Juanagarh y el palacio del Mahaja de turno, la verdad que no es que no tiene mucho más. Lo mejor fue haber dormido en otro palacio que es hoy en día un hotel.




Muy cerquita de Bikaner está el templo sagrado de la ratas ... sin comentarios



Jaisalmer: (La ciudad dorada). Para Pablo la ciudad que más le gustó de la India. Es una ciudad preciosa, tranquila de unos 50.000 habitantes que está en mitad del desierto y tiene una ciudad antigua amurallada donde están todos los palacios, templos, tiendas de cuero, plata, telas y ropa, y muchos pequeños hoteles de todos los precios. Allí todavía viven como 10.000 personas. Cuando cruzas la puerta de la ciudad antigua pareces que estás en otra época. Además está llena de restaurantes y bares muy bien puestos en las azoteas de los edificios desde los que tienes vistas espectaculares tanto de la parte amurallada como de la ciudad “moderna” donde puedes pasarte días enteros viendo cómo es la vida en esta maravilla de ciudad. Una pasada.














El desierto del Rajastán: El paisaje es precioso y nos encantó el paseo en camello, vas sólo por el desierto sin otros turistas. Por la noche tuvimos un show de música y bailes típicos en el hotel y luego por la noche te llevan a dormir al desierto. Mola mucho. También muy recomendable.










Jodhpur: La llaman la ciudad azul, tiene un fuerte en lo alto de una colina acojonante desde donde tienes una vista preciosa de todas las casitas pintadas de azul. La parte del mercado y de la torre del reloj merece mucho la pena. También encontramos unas terracitas con muy buenas vistas y que cuando subes las escaleras y pides una cerveza es como si la locura, los pitos, los olores y ruidos desaparecieran. Recomendable.











Udaipur: Posiblemente la ciudad más bonita de todas, con un lago precioso rodeado de palacios y bonitos edificios. Es impresionante ver a las mujeres que bajan desde sus barrios hasta las escaleras del río para lavar la ropa. También  la gente se baña allí supongo que porque no tienen agua corriente en las casas.

No penséis que los indios son gente que no se asean y huelen mal. Todo lo contrario para las condiciones en las que viven es increíble lo que se cuidan. Además son muy vanidosos. En India las calles están llenas de olores por las comidas y especialmente por la basura y por los animales pero no porque las personas no se limpien.

Aquí es donde se rodó la película de James Bond “Octopussy”. El palacio donde se desarrolla la peli es un hotel de súper lujo en medio del precioso lago. Esta ciudad es muy recomendable.










Como a una Hora de Udaipur está Ranakpur conocida por su templo Jain que es realmente bonito. Merece mucho la pena.




Pushkar: Famosa por su lago sagrado donde la gente realiza ceremonias y se bañan. Es un pueblo pequeño y bonito pero súper turístico. Aquí sí todo es para el turista y te dan demasiado el coñazo. Mucha gente viene aquí por temas de meditación. Bonito pero peor de lo que esperábamos y habíamos leído.






Jaipur: Es una gran ciudad, la llaman la ciudad rosa porque en toda la ciudad antigua, patrimonio de la humanidad, todas las casas se construyen con una piedra rosada. Nosotros no la supimos disfrutar. No nos pareció nada del otro mundo y es una ciudad con demasiada gente e incómoda.


Sí nos gustó mucho la ciudad de Ajmer que está muy cerquita donde visitamos su impresionante fuerte y montamos otra vez en elefante por una reserva natural.





Agra: Es una ciudad fea, bastante pobre y poco cuidada pero tiene el maravilloso Taj Mahal. Una de las maravillas del mundo y con razón. Puede ser el edificio más bonito del mundo. Como no, Agra también tiene fuerte grande y espectacular.










Cerca de Agra se encuentra la antigua ciudad de Fatehpur Sikri con las ruinas de antiguos palacios y una mezquita muy importante para los musulmanes de la India.



Desde Agra cogimos un tren nocturno hacia Varanasi de unas 14 horas. Yo dormí bastante bien pero Mapi no pegó ojo con los ronquidos de nuestros simpáticos pero ruidosos compañeros de “cuarto”. Lo de las estaciones de tren de verdad que no sé muy bien como describirlo creo que no lo conseguiría…

Varanasi: Es la ciudad más interesante de las que estuvimos. Toda la magia y la energía que rodea el río Ganges es algo difícil de describir. Los baños, las ceremonias, las cremaciones … También es una locura la ciudad antigua con callejuelas que son callejones que cuando cortan la luz no se ve nada de nada y no sabes dónde irás a para. Una locura pero santa e imprescindible. Una de las mayores experiencias del viaje.
















De Varanasi nos fuimos para la ciudad de Gorakphur en otro tren nocturno que casi perdemos y tuvimos que montarnos en marcha como en las películas y en el primer vagón que pudimos. Este vagón era de locales, ningún turista viaja en esa clase porque es imposible para cualquier occidentalito pasar ocho o nueve horas en esas condiciones. Muchos van de pie y el resto apelotonados en los sillones o en los pasillos y lo del baño no lo voy a contar. Ahí nos dimos cuenta por qué cuando llega el tren la gente que viaja en esta clase sale corriendo y pelea por entrar los primeros en el vagón. Por suerte sólo viajamos aquí durante 15 ó 20 minutos hasta que hicimos la primera parada y pudimos cambiarnos al que nos correspondía. Una vez en allí cogimos un bus en el que aunque parezca mentira cabíamos seis personas por fila hasta Sunauli, la frontera con Nepal.

A la India hay que ir al menos una vez en la vida.