domingo, 11 de septiembre de 2011

MACHUPICCHU, MARAVILLA DEL MUNDO

 No hay palabras para decirles y contarles, a los que no han estado, lo que es Machupicchu.


Para empezar, nuestra primera parada fue el pueblo de Urubamba, un pueblo donde sinceramente no había NADA. Pero bueno, con Carmen y Pablo nunca nos aburrimos, fuimos a la plaza a tomar una cervecita y al Restaurante Tres Keros, rustico pero la comida muy rica, donde Pablo dice se comió el mejor lomo salteado del Perú, con un dueño muy particular que venía de ver peleas de gallos, dicharachero, que no dejó de hablarnos de dinero y que quería que nos fuéramos de copas con el, -no sé con qué intenciones-. Terminamos en el hotel tomando un pisco. Además de esto, este pueblo nos recuerda a mi alergia al insecticida, pues pensamos que habían moscos y me eche medio tarro y me puse súper roja, así  que ahí se acabo la fiesta.

Al otro día después de un viaje en tren maravilloso, pues estás entre las montañas, siempre al lado de un rio, llegamos a Aguascalientes, el pueblo base para arrancar a Machupicchu. Recuerda a una estación de sky, es decir, bastante feo, sólo tiene hostales y restaurantes, pero es emocionante estar ahí porque estás completamente metido entre las montañas y muy cerca de lo que quieres ver y te imaginas.


A Carmen y Pablo, no se les ocurrió otra cosa que visitar las aguas termales del pueblo. Para empezar había que ALQUILAR vestidos de baño y toallas, por lo tanto, como se imaginarán, yo me negué categóricamente en ir, a pesar de que me insistían diciendo que nos  “relajaríamos” . Después de que a Pablo le dieron un vestido de baño “de papá” y a Carmen un biquini modelo del 72, me fui a un café a leer un rato y esperarlos. Aquí sigue la crónica Pablo, pues dicen que fue tremendo lo que vieron.

Despedimos a María en la barrera de entrada al recinto y tras cinco minutos paseando por un caminito cerca de un río pensando en nuestras maravillosas pozas naturales en el inicio del río, empezamos a oír gentío y de repente… nuestro “gozo en un pozo”, tres piscinitas de color marrón tipo piscina de niños pequeños pero mucho más sucias y mucho más llenas, en una especie de restaurante bar, lejos de nuestro río, eso era todo. Una estaba llena de niños, otra estaba llena de turistas, tan llena que la gente ya no cabía en los bordes de la mini piscina y había hasta un grupito de “guiris” en el centro sin poder moverse entre los pies de los que estaban en los bordes, y la tercera estaba llena de japoneses haciendo cosas rarísimas. Carmen y yo nos miramos, miramos nuestras bolsas con los bañadores y las toallas alquiladas y empezamos a pensar en un ”Plan B“, qué hacer para recuperar nuestros 30 soles peruanos que nos había costado la broma. Al final recuperamos la mitad de la pasta de las entradas y cambiamos las toallas y los bañadores por tres chocolatinas y dos botellas de agua. Bueno, menos da una piedra. Todo esto duró lo que María tardaba en beberse una cervecita en una terraza de un hotel muy bonito.


La noche finalmente terminó en un restaurante con animador incluido que preguntaba de mesa en mesa de qué nacionalidad éramos, así que bueno, la noche acabo con más risas.

A las 5 a.m. estábamos haciendo la fila para el bus que, después de media hora, nos llevaría hasta Machupicchu, la idea era ver el amanecer allá. De nuevo, tuvimos la suerte de ir los 3 con un guía sólo para nosotros, así que  perfecto. Sonaremos repetitivos, pero es que Machipucchu es absolutamente IMPRESIONANTE. Aunque no vimos el amanecer por lo nublado que estaba el día, es increíble estar en lo más alto de las montañas – 2.600 m- y ver la  fantástica ciudad que construyeron, sólo para la élite de sus ciudadanos. Machupicchu, dividida en templos, zona de cultivos, y entre viviendas para hombres a un lado y mujeres al otro, dicen que era el lugar donde iba la gente joven a formarse. Es fascinante, hay que estar allí, no sólo la “ciudadela” que es enorme, tardas en recorrértela con el guía unas tres horas, sino el sitio en el que está, las montañas súper verdes, súper imponentes, los acantilados, los ríos, tiene magia, una sensación o energía rara, especial. Nosotros además de la visita guiada y tras la subida al Waynapicchu, que luego describiremos, estuvimos como otras cuatro o cinco horas subiendo y bajando por las ruinas alucinados de lo bonito y especial del sitio. Para nosotros es el lugar más impactante en el que hemos estado hasta ahora. 







Además, hay llamas salvajes que no te dejan echarte la siesta -especialmente si estás con Mapi- como si fueran otras más de los 2.500 turistas que cada día pueden visitar el lugar.


Waynapicchu significa “montaña joven”. Para que la identifiquen es la montaña más alta que se ve en las fotos. Fuimos de los 400 afortunados que pueden entrar al día.



Aunque la entrada al Waynapicchu sale del propio Machupicchu, cuando la ves desde lejos parece que es imposible subirla. Es súper empinada. La subida es aproximadamente de unos 45 minutos y excepto al inicio, en que piensas que no es tan difícil y que está “chupado”, el resto de la subida consiste en subir tropecientos mil “escalones” de piedra tallada al lado de un precipicio “acojonante”, en todas las acepciones del término, en el que te vas apoyando como puedes en unas cuerdas o en la pared de la propia montaña. Cuando la vas subiendo no te paras a pensarlo porque vas totalmente concentrado en agarrar la siguiente cuerda  y no tropezar con el siguiente pedazo de escalón, porque son enormes no sé como los incas con una estatura de 1,60 metros podían subirlos. Bueno, el caso es que después de 45 minutos estábamos casi al final de la cima en una terraza con vistas desde donde se veía el Machupicchu chiquitito chiquitito.



Y aquí sigo yo, en el mirador-precipicio me di cuenta de dónde estaba, y pues eso, se me empezó a ir el aire, empecé a hacer pucheros y a llorar, y Carmen y Pablo llamándome, y yo sin poder moverme. Aunque Pablo no lo reconozca, agradece de mi vértigo, pues INMEDIATAMENTE, empezamos la bajada, eso sí, agarrada todo el tiempo a todo, porque o si no me moría. Carmen, siguió subiendo! En fin, nos encontramos en la cafetería de abajo del todo.


Finalmente, les contamos algo fantástico. Los incas, hijos de y por eso adoradores de la naturaleza “la pachamama” adoraban tres animales: el cóndor, el puma y la serpiente…. Machupicchu tiene forma de cóndor, Cuzco tiene forma de Puma y dicen que hoy en día todavía hay quienes buscan la ciudad con forma de serpiente: “El Dorado”… Dicen que quienes la han buscado se han perdido en la selva, que hay quienes desde el espacio ven en Perú, en este punto, un resplandor del oro y la plata de la que está hecha esta ciudad… Dicen que todavía los Incas habitan en la ciudad de “El Dorado”.

2 comentarios:

  1. Habíamos subido muchas fotos pero no sé que pasa que no se ven. Lo seguiremos intentando

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  2. Esta muy elegante este blog. Felicitaciones. Parece q vamos con xime a machu pichu en noviembre. Cualquier tip adicional es bienvenido. Mucha suerte en el viaje. Q envidia!

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