El
día 27 de agosto llegamos a Salvador de Bahía, según los autóctonos la tercera
ciudad más grande de Brasil (dato no contrastado). Nuestras expectativas eran
altas, pensábamos ver la ciudad cuna de la raza negra brasileña, que sería una
ciudad muy viva, muy visitada por turistas, y teníamos muchas, muchas ganas de
visitar el tan conocido Pelourinho.
La
verdad y desde un punto de vista muy personal, la ciudad que encontramos fue
una ciudad alegre pero poco conservada y pobre. El hotel estaba en la playa de
Barra junto al famoso Faro de Barra. Este es un barrio donde se hospedan los
turistas en hoteles medio malillos y caros, pero donde puedes caminar por el
paseo marítimos, bonito, de forma totalmente segura y donde encuentras
restaurantes muy ricos y bares en los que puedes encontrar música en directo
con un muy buen ambiente. Pero Barra no es un sitio que merezca la pena ir a
visitar de forma exclusiva, sino como he dicho, es el sitio donde se quedan muchos
de los turistas que llegan a Salvador.
La
impresión que me dejó Salvador es la del sitio al que llegan todos los turistas
para luego dirigirse al resto de destinos de Bahía. Es decir, los turistas
llegamos allí con la intención de estar varios días y tras ver el Pelourinho,
en una mañana como mucho, salimos de allí lo antes posible.
Al
día siguiente por la mañana, fuimos a pasear por el famoso Pelourinho que tampoco
es lo que esperábamos. Es un barrio colonial muy bonito, mal conservado excepto
cuatro o cinco calles y en el que nunca te sientes tranquilo. Todo el mundo
está constantemente advirtiéndote de lo peligroso que es, tanto de día si te
alejas de las calles principales, como de noche por supuesto, cuando creo que
no se puede ni salir a la calle. Es decir que al final visitas las cinco o diez
calles por la que transitan todos los turistas y te tomas las fotos de rigor,
pero no es un sitio en el que me sintiera a gusto del todo, en el que
encontráramos barcitos bonitos para tomarte unas cervezas o tiendas especiales
y echar el día entero. El Pelourinho por más que le buscamos no le terminamos
de encontrar, se nos terminó en dos o tres horas y no sabíamos qué más hacer
allí. Así que nos fuimos para los restaurante y bares de la playa de Barra para
tomar algo y cenar rico esperando coger el autobús al día siguiente que nos
llevara a la Chapada Diamantina.
No hay comentarios:
Publicar un comentario