viernes, 25 de noviembre de 2011

AUSTRALIA: LO MEJOR, LA GRAN BARRERA DE CORAL


Teníamos previsto estar en Australia un mes, pero hubo dos cosas que nos hicieron cambiar nuestro itinerario por primera vez en todo el viaje: primero, lo excesivamente caro que es. Sabíamos que era el país más costoso en el que íbamos a estar, pero para nosotros era insostenible viajar un mes pagando hostales (regulares) de 80 euros, sin contar con la comida (tipo McDonald’s barato a 15 euros por persona), bebida (7 euros una cerveza), transporte (300 euros por persona buses de subir y bajar por toda la costa este), etc. Además, los pueblos que dan a la costa no son muy bonitos (los pocos que vimos) y no hay mucho que hacer excepto ir a un bar o pagar tours caros (entre 100 y 200 euros por persona), a diferencia de Nueva Zelanda donde uno puede hacer excursiones sin guía y agencias de viaje de por medio.

Entendimos que para viajar como mochilero por Australia, lo que la gente hace, en general, es trabajar un par de meses allí primero. Hay mucho trabajo para la gente joven en el área de turismo, en los barcos, en bares, hostales, etc. (hasta nos ofrecieron trabajo!), y generalmente les dan casa y comida y son bien pagados, así que pueden ahorrar mucho y así luego viajar.

Y segundo, que si bien las playas son bonitas, en casi toda la costa este (que queríamos recorrer) hay tiburones, cocodrilos y medusas gigantes, así que está prohibido meterse en el mar, excepto en zonas controladas por redes, como piscinas que crean dentro del mar (y que están llenas de gente). Por lo tanto tampoco nos mataba el tema de playas así durante 15 días.


A pesar de la “pequeña” desilusión que nos llevamos por esto, suponemos que Australia tiene mucho para hacer y ver, especialmente para los amantes de la naturaleza y del deporte, y grandes presupuestos.

MELBOURNE: CIUDAD JÓVEN Y VIVA

Llegamos a Melbourne el 30  de octubre, el día del cumpleaños de Pablo. Habíamos alquilado un apartamento/hotel con cocina, etc., así que fuimos al supermercado y compramos cosas para celebrar con algo que quería de regalo: una tortilla de patatas! Así que más unos patés, quesos y unos vinitos tuvimos una cena muy española.  


Estuvimos en total 4 días enteros recorriendo a pie la ciudad, así que la conocimos muy bien a pesar de ser una ciudad grande: paseamos por la famosa plaza Federation Square, que es donde todo el mundo se reúne para ver espectáculos públicos o celebrar cosas; entramos en el Australian Centre for the Moving Image (Pablo hizo pruebas para la tele); por barrios alternativos como en St. Kilda o Fitzroy, o caros como en South Yarra; por Chinatown, como no (ciudad que se respete por estos lados, tiene su zona llena, llenísima de chinos); incluso fuimos a la playa. De las cosas que más nos sorprendieron es la cantidad de gente joven y la mezcla de culturas. En Melbourne, en cada calle, hay un restaurante, chino, japo, tai, un Burger, malayo, e indio, y hay muchos bares muy guapos!.




De lo mejor que vimos, la famosísima carrera de caballos de la Melbourne Cup que se celebra una vez al año. Son 5 días de carreras, pero el día que se juega la mas importante es día festivo, así que dicen que todo el país se paraliza para verla. Estuvimos pensando en ir, pero la gente va súper arreglada, y nuestros humildes  atuendos de “viajeros” no era los apropiados. La gente va como de boda! Es, en realidad, una boda gigante de 100.000 personas. Todos los hombres de corbata, las mujeres con taconazos, súper arregladas, con tocados, sombreros, etc… y lo más chistoso: todo el mundo borracho!. Nos sentamos a ver la carrera en una pantalla gigante en Federation Square y luego dimos un paseo por la zona del rio, que es precioso, está llena de bares y restaurantes con terrazas desde los que se ven todas las torres y puentes de la ciudad. Después, cuando todo el mundo regresaba de la carrera (en barco, helicópteros, etc.), nos metimos en un pub a tomar algo y ver a toda la gente que pasaba, súper arreglada y borracha!.



Finalmente, fuimos al zoológico que también nos encantó. Es uno de los más antiguos del mundo y tiene todas las especies típicas australianas: canguros, emus, wombats, koalas (aunque el maldito koala estaba dormido así que ni foto ni nada!).



Melbourne nos encantó, es súper cosmopolita, animada, llena de gente joven, divertida, fácil de moverse, y con mil cosas por hacer. Muy recomendable.


CAIRNS: LA GRAN BARRERA DE CORAL, LO MEJOR DE AUSTRALIA Y EL MUNDO!

Llegamos a Cairns el viernes por la mañana. Nos quedamos en un hostal bastante regular, súper básico, chiquito y donde no había nada que hacer (bueno, tenía piscina pero era de 1 metro por un 1 metro y era como de piedra, asquerosa). Estaba lleno de mochileros. Pablo y yo éramos los más viejos. Pero bueno, un poco de mezcla con la juventud no nos venía mal.

Cairns no tiene nada. Tiene mar, pero está prohibido meterse por los cocodrilos. Así que para que la gente no se muera del calor, crearon una playa artificial con piscina en la calle principal, abierta al público, por lo tanto, estaba llenísima. El resto del pueblo son agencias de viajes ofreciendo todo tipo de tours.


Como siempre, el primer día nos ubicamos un poco en el pueblo, visitamos agencias de viaje, etc. Por primera vez aquí nos planteamos no bajar la costa, pues cada pasaje de bus por persona valía 350 dólares (el dólar australiano y el euro están casi igual), y era una paliza de viaje, pues son 3.000 kilómetros, y aunque teníamos la posibilidad de bajarnos donde quisiéramos, empezamos a ver también que los hostales eran caros y feos.


Sin tomar ninguna decisión definitiva sobre el resto de la ruta, decidimos hacer la excursión a la Gran Barrera de Coral el domingo, por lo que el sábado cogimos un bus y nos fuimos a la playa más cercada donde pensábamos pasar el día. Y qué sorpresa cuando vemos letreros advirtiendo que había cocodrilos y medusas gigantes en el mar. Pablo se atrevió a meterse en la parte protegida por una red, que estaba llena de gente y con el agua caliente. Como nos dijeron que todas las playas hasta Brisbane (1.600 kilómetros) eran así, definitivamente decidimos que nos íbamos mejor para Sidney y que adelantábamos el viaje a Singapur. 




Para celebrar la sabia decisión, nuestro hostal incluía cenas en un restaurante del pueblo, así que decidimos ir… Fila de mochileros y hippies con el platico en la mano pasando por un una ventana que daba a la cocina y donde tu decías lo que querías del menú y te lo ponían (como si fuera una cárcel). Muy chistoso. El restaurante la verdad que estaba bien y muy animado, pero como se imaginarán, al otro día tuvimos dolor de estómago. 

El domingo llovía mucho, así que nos toco aplazar la excursión para el lunes. Nos moríamos del aburrimiento, así que nos fuimos al cine del pueblo (45 dólares australianos incluyendo palomitas). Lo máximo. Buenísima película: Drive, su director ganó Cannes este año.

Finalmente llego el tan anhelado día. Teníamos que estar en el puerto a las 8:00 a.m. Nos montamos en un barco grande con unas 80 personas. Había por lo menos 10 monitores. Lo primero, te dan las instrucciones y advertencias necesarias, como las señas que tienes que hacer con la mano si ves un tiburón. Pablo mientras tanto se fue con otro grupo a su clase de buceo. Yo sólo hice snorkeling. Después de 2 horas de camino finalmente llegamos. A unos veinte kilómetros de la costa está la Gran Barrera de Coral, la más grande del mundo, de unos 35 kilómetros de largo. Cuando me metí sola, un poco miedosa, casi me muero. Es un mundo entero ahí abajo absolutamente espectacular. Está lleno de pescados de todas las formas, colores, tamaños. Con la cola verde, el cuerpo morado y la cara roja, o con lunares verdes, o el típico payaso, nemo, Dolly, caballitos de mar… todo lo que se puedan imaginar. Es como un acuario gigante, el coral además tiene mil colores también. Por lo tanto, durante las siguientes 2 horas no saque la cabeza del mar, es más me insole la espalda. Pablo por su parte, hizo dos inmersiones, además de hacer snorkeling conmigo (y con un pescado casi de nuestro tamaño pero de colores, enoooooome, que nos acompaño un rato). Tuvo además, la suerte de ver un tiburón  pequeño cuando estaba buceando con el monitor.

Es muy difícil describirles lo maravilloso que es. Ojalá tuviéramos fotos. Es de las mejores cosas que hemos hecho en este viaje. Por lo demás, no hay mucho que contar, en el barco incluso había animador que hizo el asado, cantó, contó chistes, el llamado “todero”.

El martes, felices por la experiencia, salimos corriendo de Cairns hacia Sidney.  A pesar de ser un pueblo feo y aburrido, 100% turístico, la Gran Barrera de Coral es absolutamente maravillosa, y si nos tocará repetir los 3 días anteriores, lo haríamos de nuevo sólo por estar en la Barrera.

SIDNEY: ESPECTACULAR LA ÓPERA

Sidney es una ciudad grande y moderna. Hay muchísimos turistas y de nuevo, gente de todas partes del mundo en las calles (miles de asiáticos, es algo que nos impresionó mucho también en Nueva Zelanda).




Cogimos el bus turístico y caminamos mucho. Vimos el centro y barrios alternativos de los alrededores. Sin embargo lo más bonito de todo, al atardecer o por la noche, es el paseo por el puerto, la vista hacia el famoso puente y la Ópera, paseo que repetimos todos los días.






El centro es bonito lleno de edificios modernos, torres de oficinas y centros comerciales, y el resto de barrios no nos pareció nada del otro mundo.




También pudimos ir a las playas a las afueras de Sidney, la famosa Bondi, que está bien, pero realmente no es espectacular y que es famosa más porque la gente va como a desfilar por allí.


 Si van a Australia obviamente Sidney será parte del itinerario. La Ópera, el puente  y el puerto, lo mejor, pero creemos que es una ciudad, si bien bonita y turística, como cualquier otra. 



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