Teníamos
previsto estar en Australia un mes, pero hubo dos cosas que nos hicieron
cambiar nuestro itinerario por primera vez en todo el viaje: primero, lo
excesivamente caro que es. Sabíamos que era el país más costoso en el que
íbamos a estar, pero para nosotros era insostenible viajar un mes pagando
hostales (regulares) de 80 euros, sin contar con la comida (tipo McDonald’s
barato a 15 euros por persona), bebida (7 euros una cerveza), transporte (300
euros por persona buses de subir y bajar por toda la costa este), etc. Además,
los pueblos que dan a la costa no son muy bonitos (los pocos que vimos) y no
hay mucho que hacer excepto ir a un bar o pagar tours caros (entre 100 y 200 euros
por persona), a diferencia de Nueva Zelanda donde uno puede hacer excursiones
sin guía y agencias de viaje de por medio.
Entendimos
que para viajar como mochilero por Australia, lo que la gente hace, en general,
es trabajar un par de meses allí primero. Hay mucho trabajo para la gente joven
en el área de turismo, en los barcos, en bares, hostales, etc. (hasta nos
ofrecieron trabajo!), y generalmente les dan casa y comida y son bien pagados,
así que pueden ahorrar mucho y así luego viajar.
Y
segundo, que si bien las playas son bonitas, en casi toda la costa este (que
queríamos recorrer) hay tiburones, cocodrilos y medusas gigantes, así que está
prohibido meterse en el mar, excepto en zonas controladas por redes, como
piscinas que crean dentro del mar (y que están llenas de gente). Por lo tanto
tampoco nos mataba el tema de playas así durante 15 días.
A
pesar de la “pequeña” desilusión que nos llevamos por esto, suponemos que Australia
tiene mucho para hacer y ver, especialmente para los amantes de la naturaleza y
del deporte, y grandes presupuestos.
MELBOURNE:
CIUDAD JÓVEN Y VIVA
Llegamos
a Melbourne el 30 de octubre, el día del
cumpleaños de Pablo. Habíamos alquilado un apartamento/hotel con cocina, etc.,
así que fuimos al supermercado y compramos cosas para celebrar con algo que
quería de regalo: una tortilla de patatas! Así que más unos patés, quesos y
unos vinitos tuvimos una cena muy española.
Estuvimos
en total 4 días enteros recorriendo a pie la ciudad, así que la conocimos muy bien
a pesar de ser una ciudad grande: paseamos por la famosa plaza Federation
Square, que es donde todo el mundo se reúne para ver espectáculos públicos o
celebrar cosas; entramos en el Australian Centre for the Moving Image (Pablo
hizo pruebas para la tele); por barrios alternativos como en St. Kilda o
Fitzroy, o caros como en South Yarra; por Chinatown, como no (ciudad que se
respete por estos lados, tiene su zona llena, llenísima de chinos); incluso fuimos
a la playa. De las cosas que más nos sorprendieron es la cantidad de gente
joven y la mezcla de culturas. En Melbourne, en cada calle, hay un restaurante,
chino, japo, tai, un Burger, malayo, e indio, y hay muchos bares muy guapos!.
De
lo mejor que vimos, la famosísima carrera de caballos de la Melbourne Cup que
se celebra una vez al año. Son 5 días de carreras, pero el día que se juega la
mas importante es día festivo, así que dicen que todo el país se paraliza para
verla. Estuvimos pensando en ir, pero la gente va súper arreglada, y nuestros
humildes atuendos de “viajeros” no era los
apropiados. La gente va como de boda! Es, en realidad, una boda gigante de
100.000 personas. Todos los hombres de corbata, las mujeres con taconazos,
súper arregladas, con tocados, sombreros, etc… y lo más chistoso: todo el mundo
borracho!. Nos sentamos a ver la carrera en una pantalla gigante en Federation
Square y luego dimos un paseo por la zona del rio, que es precioso, está llena
de bares y restaurantes con terrazas desde los que se ven todas las torres y
puentes de la ciudad. Después, cuando todo el mundo regresaba de la carrera (en
barco, helicópteros, etc.), nos metimos en un pub a tomar algo y ver a toda la
gente que pasaba, súper arreglada y borracha!.
Finalmente,
fuimos al zoológico que también nos encantó. Es uno de los más antiguos del
mundo y tiene todas las especies típicas australianas: canguros, emus, wombats,
koalas (aunque el maldito koala estaba dormido así que ni foto ni nada!).
Melbourne
nos encantó, es súper cosmopolita, animada, llena de gente joven, divertida,
fácil de moverse, y con mil cosas por hacer. Muy recomendable.
CAIRNS:
LA GRAN BARRERA DE CORAL, LO MEJOR DE AUSTRALIA Y EL MUNDO!
Llegamos
a Cairns el viernes por la mañana. Nos quedamos en un hostal bastante regular,
súper básico, chiquito y donde no había nada que hacer (bueno, tenía piscina
pero era de 1 metro por un 1 metro y era como de piedra, asquerosa). Estaba
lleno de mochileros. Pablo y yo éramos los más viejos. Pero bueno, un poco de
mezcla con la juventud no nos venía mal.
Cairns
no tiene nada. Tiene mar, pero está prohibido meterse por los cocodrilos. Así
que para que la gente no se muera del calor, crearon una playa artificial con
piscina en la calle principal, abierta al público, por lo tanto, estaba
llenísima. El resto del pueblo son agencias de viajes ofreciendo todo tipo de
tours.
Como
siempre, el primer día nos ubicamos un poco en el pueblo, visitamos agencias de
viaje, etc. Por primera vez aquí nos planteamos no bajar la costa, pues cada
pasaje de bus por persona valía 350 dólares (el dólar australiano y el euro
están casi igual), y era una paliza de viaje, pues son 3.000 kilómetros, y
aunque teníamos la posibilidad de bajarnos donde quisiéramos, empezamos a ver
también que los hostales eran caros y feos.
Sin
tomar ninguna decisión definitiva sobre el resto de la ruta, decidimos hacer la
excursión a la Gran Barrera de Coral el domingo, por lo que el sábado cogimos
un bus y nos fuimos a la playa más cercada donde pensábamos pasar el día. Y qué
sorpresa cuando vemos letreros advirtiendo que había cocodrilos y medusas
gigantes en el mar. Pablo se atrevió a meterse en la parte protegida por una
red, que estaba llena de gente y con el agua caliente. Como nos dijeron que
todas las playas hasta Brisbane (1.600 kilómetros) eran así, definitivamente decidimos
que nos íbamos mejor para Sidney y que adelantábamos el viaje a Singapur.
Para
celebrar la sabia decisión, nuestro hostal incluía cenas en un restaurante del
pueblo, así que decidimos ir… Fila de mochileros y hippies con el platico en la
mano pasando por un una ventana que daba a la cocina y donde tu decías lo que
querías del menú y te lo ponían (como si fuera una cárcel). Muy chistoso. El
restaurante la verdad que estaba bien y muy animado, pero como se imaginarán,
al otro día tuvimos dolor de estómago.
El
domingo llovía mucho, así que nos toco aplazar la excursión para el lunes. Nos
moríamos del aburrimiento, así que nos fuimos al cine del pueblo (45 dólares
australianos incluyendo palomitas). Lo máximo. Buenísima película: Drive, su
director ganó Cannes este año.
Finalmente
llego el tan anhelado día. Teníamos que estar en el puerto a las 8:00 a.m. Nos
montamos en un barco grande con unas 80 personas. Había por lo menos 10
monitores. Lo primero, te dan las instrucciones y advertencias necesarias, como
las señas que tienes que hacer con la mano si ves un tiburón. Pablo mientras
tanto se fue con otro grupo a su clase de buceo. Yo sólo hice snorkeling.
Después de 2 horas de camino finalmente llegamos. A unos veinte kilómetros de
la costa está la Gran Barrera de Coral, la más grande del mundo, de unos 35
kilómetros de largo. Cuando me metí sola, un poco miedosa, casi me muero. Es un
mundo entero ahí abajo absolutamente espectacular. Está lleno de pescados de
todas las formas, colores, tamaños. Con la cola verde, el cuerpo morado y la
cara roja, o con lunares verdes, o el típico payaso, nemo, Dolly, caballitos de
mar… todo lo que se puedan imaginar. Es como un acuario gigante, el coral
además tiene mil colores también. Por lo tanto, durante las siguientes 2 horas
no saque la cabeza del mar, es más me insole la espalda. Pablo por su parte,
hizo dos inmersiones, además de hacer snorkeling conmigo (y con un pescado casi
de nuestro tamaño pero de colores, enoooooome, que nos acompaño un rato). Tuvo además,
la suerte de ver un tiburón pequeño
cuando estaba buceando con el monitor.
Es
muy difícil describirles lo maravilloso que es. Ojalá tuviéramos fotos. Es de
las mejores cosas que hemos hecho en este viaje. Por lo demás, no hay mucho que
contar, en el barco incluso había animador que hizo el asado, cantó, contó
chistes, el llamado “todero”.
El
martes, felices por la experiencia, salimos corriendo de Cairns hacia
Sidney. A pesar de ser un pueblo feo y
aburrido, 100% turístico, la Gran Barrera de Coral es absolutamente maravillosa,
y si nos tocará repetir los 3 días anteriores, lo haríamos de nuevo sólo por
estar en la Barrera.
SIDNEY:
ESPECTACULAR LA ÓPERA
Sidney
es una ciudad grande y moderna. Hay muchísimos turistas y de nuevo, gente de
todas partes del mundo en las calles (miles de asiáticos, es algo que nos
impresionó mucho también en Nueva Zelanda).
Cogimos
el bus turístico y caminamos mucho. Vimos el centro y barrios alternativos de
los alrededores. Sin embargo lo más bonito de todo, al atardecer o por la
noche, es el paseo por el puerto, la vista hacia el famoso puente y la Ópera,
paseo que repetimos todos los días.
El centro es bonito lleno de edificios modernos, torres de oficinas y centros comerciales, y el resto de barrios no nos pareció nada del otro mundo.
También
pudimos ir a las playas a las afueras de Sidney, la famosa Bondi, que está
bien, pero realmente no es espectacular y que es famosa más porque la gente va
como a desfilar por allí.
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