Nueva
Zelanda es un país de unos 4 millones de habitantes de los cuales tres viven en
la isla del norte y sólo uno en la del sur. Aunque en principio pensábamos que
tres semanas era suficiente tiempo para recorrer los dos islas con relativa
tranquilidad, una vez aquí nos dimos cuenta que es un país mucho más grande de
lo que pensábamos. Es un poquito más de la mitad de la superficie de España.
Las dos islas son más o menos del mismo tamaño, cada una tiene casi 1.000 Km de
norte a sur.
Aquí
en el mes de octubre es primavera lo cual tiene una parte muy buena y es
que, como Nueva Zelanda es pura
naturaleza, seguramente sea la época en que esté más bonita. Por otro lado hace
frío, especialmente por las noches y muchos de los días son nublados o llueve.
Es
un país muy especial y diferente y posiblemente el lugar con los paisajes más
bonitos que hemos visto, parecen de mentiras, como cuadros, pero también con
los pueblos más solitarios y aburridos. Un dato importante especialmente para
los que tengan pensado ir, es que la mayoría de sitios interesantes para
visitar son parques naturales o sitios relacionados con la naturaleza por lo
que suelen estar relativamente alejados de los pueblos, y es clave tener un
medio de transporte que te permita llegar hasta ellos.
Es
impresionante la cantidad de caminatas que encuentras a los lados de la
carretera, especialmente en los parques naturales (y medio país es un parque
natural). Continuamente pasas carteles donde te indican la distancia y el
tiempo que tardas en recorrerlas. Además, en cada pueblo hay una oficina de
turismo con un montón de información de las muchas rutas que puedes hacer
caminando o bien en bicicleta o si son sitios de playa o lagos también en
kayac.
Para
nosotros, Nueva Zelanda es para viajar en campervan o autocaravanas. Éstas te
permiten parar en todos los sitios en los que te apetece el tiempo que quieras
e incluso, como tienen su propia neverita y cocina, puedes parar a comer o a
tomarte una cervecita en un valle con praderas llenas de miles de ovejas y
árboles en flor, ríos transparentes, lagos y montañas nevadas como fondo. Y no
es que todo eso lo veas en diferentes sitios, no, en muchas partes de Nueva
Zelanda, especialmente en el sur, estás viendo todo en un mismo paisaje.
Otra
ventaja de las campervan es que no tienes que estar cargando con la mochila
cada vez te mueves de lugar y esto es importante ya que es un país en el que
hay tantos lugares diferentes e interesantes que ver, que prácticamente todos
los días cambias de destino. Viajar en autobús además de no tener estas
ventajas, implica que cada vez que llegas a un pueblo tienes que pagar un tour,
generalmente caro, para que te lleve a los lugares claves.
La
campervan para dos personas se resume en un monovolumen grande cuya parte de
atrás se hace cama y en vez de maletero tiene una pequeña cocina con un armario
para guardar los cacharros de la cocina y la compra y un pequeño fuego a gas.
Aunque
no es un país tan caro como nos habían dicho, no es para nada barato. Una
habitación doble en un hostal bueno puede costar como 50 euros y un hotel
decente unos 75 euros. Una cerveza en un bar puede costar unos 5 euros y cenar
en un restaurante sin ningún exceso unos 35 euros. Viajar en campervan para dos
personas puede costarte unos 80 euros al día, más unos 20 euros dormir en los
camping buenos (los hay desde 7 euros), más la gasolina, más a comida.
Otro
detalle importantes del viaje es que tuvimos mucha suerte en poder disfrutar de
las semifinales y la final del campeonato mundial de Rugby.
Tras
tres días en Auckland, donde aprovechamos para montar la ruta, y tras 3.100 Km
conduciendo por la izquierda!!! (15 días), entregamos el coche en Christchurch.
La ruta la podemos dividir en Isla Norte y en Isla Sur.
Ruta
Isla del Norte: Auckland, Coromandel, Rotorua, Tongariro National Park y
Wellington
Llegamos
a Auckland después de un vuelo de 13 horas en donde perdimos un día (el lunes).
A pesar de ir en sillas incómodas, dormimos casi todo el vuelo así que no fue
tan largo.
Auckland,
es una ciudad moderna y muy extensa donde vive casi un tercio de la población
de todo el país. Una cosa que nos llamó mucho la atención es la mezcla de
culturas. Es una ciudad llena de gente de todas partes del mundo, pero
especialmente de asiáticos, aunque por esa época estaba también bastante lleno
de franceses, galeses y australianos por el tema del mundial de rugby.
Como
todavía no habíamos alquilado el coche nos movimos básicamente por los barrios
más céntricos: El City Center, lleno de edificios modernos, torres de oficinas
y tiendas; el puerto, donde habían instalado la Fan Zone con pantallas gigantes
y bares para ver los partidos de Rugby y donde hay una zona de restaurantes
bonita; La zona de la Universidad, que tiene un estilo clásico inglés muy
bonita aunque se veía un poco aburrida; Nos gustó bastante el barrio donde se
encuentra el museo de Auckland con casas del siglo XIX.
Una
noche nos vinieron a buscar Andrés y Cesar, dos amigos colombianos que nos
levaron a un par de sitios desde donde se veían unas panorámicas de la ciudad
súper bonitas, y luego a cenar a un restaurante griego al barrio de Dovenport,
donde lo pasaos genial, incluyendo música y baile en vivo. Todavía recordamos
algunas partes de la noche y nos reímos muchísimo. Unos bacanes!!!
Tras
alquilar la campervan nos fuimos para la Península de Coromandel e hicimos
noche en Coromandel Town. Fue nuestra primera experiencia tanto de conducir por
la izquierda como de dormir en los campings. El
sitio más bonito de Coromandel es la Cathedral Cove, que es una cueva que
comunica dos playas bastante bonitas a las que llegas tras una caminata de una
media hora. Las vistas desde el mirador del aparcamiento son espectaculares.
Esa
noche teníamos pensado dormir en la Hot Water Beach, que es una playa muy
famosa porque la gente hace hoyos en la arena y sale agua caliente. La verdad
es que es una playa normalita llena de gente con palas haciendo mini agujeros y
revolcándose en ellos. Como no nos gustó nada nos fuimos para Rotorua donde
encontramos un camping maravilloso en un pequeño valle al lado de un lago. Aquí
nos quedamos dos noches.
Rotorua
fue lo que más nos gustó de la Isla Norte, es un lugar especial ya que está
rodeada de lagos y la ciudad está construida en una zona geotermal bastante
activa. Continuamente pasas por sitios donde puedes ver cómo sale humo del
suelo y huele a huevo por todos lados. En esta zona hay muchas cosas
interesantes que ver y hacer como visitar alguna de las aldeas mahories, donde
te enseñan costumbres como las danzas o hacas, como cocinan enterrando la
comida aprovechando el calor del suelo, o las aguas termales de sus aldeas…;
nos encantó el Redwoods que es un bosque lleno de árboles gigantes donde la
gente va a hacer caminatas y a correr; otro día fuimos al Parque Natural de Wai
o Tapu donde puedes ver un geiser de hasta 25 metros y luego hay una caminata
como de hora y media por pozas y piscinas naturales humeantes de aguas
geotermales de colores consecuencia de los sedimentos de minerales. Una de las
noches que estuvimos en Rotorua fuimos a la Fan Zone a ver las semifinales del
mundial que jugaba Nueva Zelanda contra Australia, había bastante ambiente y
nos encantó.
Al
día siguiente de camino a Wellington hicimos escala en el Tongariro National
Park (Mordor, del Señor de los Anillos), que es espectacular, lleno de ríos,
cascadas, selva y estaciones de esquí, aunque no tuvimos mucha suerte con el
clima ya que nos estuvo lloviendo dos días seguidos y no pudimos disfrutarlo de
las miles de caminatas que tiene.
Tras
cuatro horas por carreteras llenas de praderas verdes con miles o millones de
ovejas, dicen que hay 45 millones de ovejas en Nueva Zelanda, y de vacas que no
sé cuantos millones hay pero muchos, y damos fé que su carne es deliciosa,
llegamos a Wellington. Aunque es la capital de Nueva Zelanda, es una ciudad
pequeña que puedes llegar a conocer en una tarde dándote un paseo por el puerto
y las tres o cuatro calles principales del centro. Merece la pena ir a la Cuba
St que es la calle de los bares aunque la verdad tampoco es que tenga un
ambientazo.
Desde
Wellington se coge el Ferri que, tras tres horas, te lleva a la isla sur en la
que hicimos la siguiente ruta: Nelson, Abel Tasman National Park, Punakaiki,
los glaciares Franz Josef y Fox, Arrowtown, Queenstown, Milford Sound, Monte
Cook, Lake Tekapo, Akaroa y Christchurch.
La
isla sur es especial, es muy solitaria, vas conduciendo kilómetros y
kilómetros por carreteras que bordean
enormes lagos, playas, y van continuamente cruzando valles de cuento. Los pocos
coches que te cruzas son caravanas de gente viajando o vehículos industriales
de los agricultores de la zona. El sur es la parte más auténtica y es
especialmente bonita desde la zona de Queenstown hasta el Parque Natural de
Fiordland donde se encuentra Mildfor Sound.
Aquí
no hay grandes ciudades excepto Christchurch que debe tener como 200.000
habitantes. El resto, en su mayoría, son pueblos muy pequeños y fríos donde
todo, menos el supermercado, cierra entre las cuatro y las cinco de la tarde y
casi no ves gente por las calles.
Los
primeros dos días de la isla sur los pasamos en Nelson donde dicen que hace el mejor clima de Nueva Zelanda y donde, efectivamente,
pudimos disfrutar de dos buenos días de sol para ir al Abel Tasman National
Park. Éste es un parque natural que protege una zona enorme de playas, ríos y
vegetación, donde hay caminatas de hasta una semana con pequeños refugios o
hostales para hacer noche.
Aquí
cogimos un Watertaxi que nos llevó por el mar hasta una playa en mitad del
parque para volver haciendo una caminata de unas cinco horas. La verdad es muy
recomendable, vas por pequeñas montañas dejando las playas un poco más abajo y
tienen montado zonas con pasarelas para poder cruzar pequeños riachuelos que
desembocan en el mar.
El
parque esta lleno de gente haciendo kayac ya que el agua es totalmente
transparente y tranquila como una piscina, y en días soleados es espectacular.
De
la zona de Nelson nos fuimos para la costa oeste, donde vas como trescientos
kilómetros por una carretera pegada al mar viendo playas, acantilados y lagos
hasta llegar a los glaciares de Franz Josef y Fox.
Es
curiosa la zona de Punakaiki donde se encuentran las Pancakes Rocks y los
Blowholes que es como llaman a una parte de acantilados que se han erosionado
por la fuerza de las olas dándoles forma de grandes tartas.
Los
Glaciares de Franz Josef y Fox son bonitos pero no son muy espectaculares,
especialmente habiendo estado el Perito Moreno. Aún así, merece la pena verlos
y se disfruta mucho el paisaje de las caminatas hasta llegar a los pies de los
glaciares, donde estás como media hora caminando por el cauce de un gran río
seco, debido a la formación del glaciar, entre montañas y acercándote poco a
poco. Lo que no nos gustó mucho es que el mirador está bastante lejos del
glaciar y no dejan acercarte más por seguridad. Hace un par de años murieron un
par de indios por desprendimientos al saltarse las barreras de seguridad para
hacer fotos desde más cerca.
De
los glaciares nos fuimos a Arrowtown que es un pueblo pequeño muy cerca de
Queenstown muy bien conservado de la época de las minas de oro a principios de
siglo XX. Nos encantó, hacía un día espectacular de sol y coincidió que había
un festival de jazz con bandas tocando en las plazas del pueblo, todos los
restaurantes con terrazas llenas.
Si
Nueva Zelanda es el país de los deportes de alto riesgo, Queenstown es la
capital de éstos. Es un pueblo grande de unos 15.000 habitantes, animado, lleno
de gente joven que viene a hacer paracaidismo, puenting, aladelta, jetsky… De
Queenstown destacaría la parte del lago que es preciosa, la hamburguesería más
famosa y rica de Nueva Zelanda con unos 30 tipos de hamburguesas de todas las
carnes que se os ocurran, y el ambiente en la final del mundial de Rugby que
ganó Nueva Zelanda. Los bares estaban llenos todos y la gente animada pero ven
el partido relativamente tranquilos y una vez que se acabó poco que destacar,
excepto un grupo que para celebrarlo se pusieron a hacer las hacas en la calle.
El resto casi todos se van para su casita y los bares se quedan con ambientillo
pero para nada llenos, ni la gente borracha.
En
Queenstown contratamos un tour para ir a Milfordsound que incluía un crucero de
un par de horas por los fiordos. No tuvimos mucha suerte ya que cuando llegamos
allí, tras cuatro horas de autobús, estaba haciendo un día malísimo de lluvia y
niebla y no pudimos ver casi nada. Aún así mereció la pena ya que es la parte
con los paisajes más bonitos y además vimos pinguinos!!!.
Al
día siguiente fuimos a la zona del Monte Cook y del Lake Tekapo, esta zona es
preciosa pero como llovía y hacía un poco de niebla pasamos bastante rápido.
Los
últimos dos días antes de entregar el coche los pasamos en la Península de
Akaora, que es un pequeño pueblo muy tranquilo de descendientes de colonos
franceses.
El
día 28 entregamos el coche en Christchurch que es la ciudad más importante de
la isla sur. Toda la parte central de la ciudad, la parte más turística, está
totalmente acordonada y destrozada por un fuerte terremoto que ocurrió en
febrero de este año. Allí coincidimos con la inauguración de un centro comercial
construido sobre contenedores de carga en la zona centro que no se abría desde
el terremoto. Hasta el primer ministro estaba allí dando un mitin.
En
Christchurch dormimos en el Jail Hostel, construido en una antigua cárcel. Las
habitaciones eran antiguas celdas pero estaba genial. Muy recomendable.
Al
día siguiente vuelo para Auckland y de ahí para Melbourne (Australia).
Nueva
Zelanda es un país precioso, muy seguro y tranquilo. Totalmente recomendable
para la gente que le gusta la naturaleza y disfrutar las actividades al aire
libre. Lo mejor, la experiencia de vivir en un autocaravana, en campings y
poder disfrutar de los paisajes más espectaculares que hayamos visto.
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