Bangkok
no es una ciudad bonita, es súper caótica, enorme, con un tráfico insoportable,
sucia, súper contaminada, y llenísima de gente. En parte por todo esto, es una
ciudad súper viva, donde uno nunca se aburre y siempre hay cosas que ver y hacer.
No es fácil moverse aquí, pues las distancias son grandes y hay muchos
trancones (atascos), pero los taxis son baratos (cuando logras que uno te
entienda y logras que ponga a funcionar el taxímetro). Imposible moverse permanentemente
en los famosos tuk tuk, pues precisamente son tan turísticos, que son mucho
más caros que el taxi o el metro. Otro medio de transporte divertido son los
barcos que atraviesan el río. Nosotros es lo que más utilizamos pues nuestro
hotel estaba pegado al río y era la forma más práctica y bonita para movernos a
la zona turística. En nuestra parada del barco conocimos a una pareja muy especial formada por "cerdo y gatica" que siempre nos esperaban y eran amigos de todos los viajeros.
El
primer día no hicimos mucho porque perdimos todo el tiempo en la embajada de
Myanmar, sin embargo pudimos acercarnos al mercado de Chatuchak, que dicen es
la madre de todos los mercados (está un poco a las afueras del centro), y está
dividido por mercancía, tipo animales, así que pudimos ver las “tiendas” (que
en realidad son casetas de metal) con lagartijas, lombrices, perros, pescados,
culebras, y demás animales que venden, además de relojes, artesanías, muebles, ropa, telas, comida...
Esa
noche tuvimos la suerte de encontrarnos con Tomás, Olga y Sita (tíos de Pablo)
e ir a una terraza con una vista increíble de la ciudad desde el piso 51 de su
hotel y cenar en un italiano. Fue una noche de reencuentro divertido y reconfortante,
pues ya nos hacía falta estar con la familia.
Los
siguientes días hicimos los típicos recorridos indispensables para conocer lo
mejor de la ciudad: por una parte los templos, con el buda de esmeralda, el
buda acostado y el palacio real. Construcciones súper antiguas, lujosas e
impresionantes. Además, el palacio y en general toda la ciudad estaba llena de
flores y de cuadros con la fotos del rey por su cumpleaños. Hubo por lo menos 3
días de actividades como conciertos públicos, o un show de luces sobre la
muralla del palacio.
Por
otra parte, los barrios de Chinatown, con sus miles de puestos callejeros con
comida multicolor y olor (siempre servida en bolsas plásticas), y llena de
gente; la zona de Siam Square, con varios centros comerciales súper modernos; Y
la zona de Khao San, llena de bares, restaurantes, mercados callejeros de ropa especialmente de camisetas,
y hostales para mochileros (todos con las mismas camisetas). Aquí es donde por lo general sale la gente por la
noche y donde conocimos una pareja de franceses que llevan viajando a Tailandia
desde hace 14 años. Nos presentaron a sus amigos rastatais y nos fuimos de fiesta con
ellos, aunque al otro día pudimos comprobar las serias consecuencias de probar
el whiskey tailandés (un día entero sin movernos del hotel).
Lo
mejor de Bangkok es caminar y perderse por las calles de los barrios del centro
para poder ver la cantidad de mercados callejeros, la comida (es costumbre
comer en la calle, muchos de ellos ni siquiera tienen cocina en sus casas), y las
miles de personas tan diferente que vive en la ciudad, una mezcla de toda clase de orientales,
con tais, con monjes, con indios, con turistas. Es una ciudad donde definitivamente
nadie se aburre y en la que en cada esquina te sorprendes con lo que te puedes encontrar, aún así 3 ó 4 días es
suficiente.
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