El
sábado 18 de diciembre cogimos desde Bagán un bus durante 10 horas hasta la
antigua capital de Myanmar, Yangón, la ciudad con el aeropuerto internacional.
Llegamos a las 5 a.m. y el vuelo era a las 2 p.m., así que tuvimos 9 horas de
espera. Finalmente, el domingo llegamos a Chiang Mai, norte de Tailandia, a las
6 de la tarde, sin haber dormido en 24 horas. Esa tarde noche nos fuimos a visitar el famoso mercado del domingo, llenísimo de
gente, con artesanías muy lindas y comida de todo tipo. Allí cenamos unos huevitos de codorniz y como unos dados de pollo raros pero ricos. Es uno de los mercados más entretenidos y bonitos de los que hemos visto, sólo lo ponen el sábado y el domingo. También, como veis en la foto, tenían otros deliciosos manjares orientales aunque no nos atrevimos a probarlos, destacamos las cucarachas voladoras fritas de diez centímetros, todo un hit aquí.
Teníamos
muchas expectativas de Chiang Mai
pues tiene fama de ser una ciudad muy cultural, llena de librerías,
restaurantes y bares, con un casco antiguo lleno de templos. Sin embargo, no
nos impresionó mucho. Los
templos son bonitos, y hay librerías interesantes, bares bonitos, es una ciudad agradable y relajada pero no nos pareció tan especial. Tal vez fue por lo
grande que había sido el viaje a Myanmar, pero en Chaing Mai más que a conocer nos
dedicamos a descansar, dormir hasta tarde y pasear tranquilos.
Claro
que un día hicimos el típico e inevitable tour que hace todo el mundo: visita a
una plantación de orquídeas; a una de las poblaciones donde viven las mujeres
jirafa, que usan collares pesadísimos por una antigua leyenda que dice que las
protege de demonios de la selva ; paseo en elefante (lo máximo!) y rafting
(muchas risas!). La verdad que fue un día súper divertido, además tuvimos la
suerte de que nos la llevamos muy bien con todo el grupo, unos chilenos-belgas
y unos franceses. Gran día, nos reímos mucho.
Esa
noche y por casualidades de la vida, fuimos a cenar a un restaurante israelí, y
justo en la mesa de al lado había una pareja hablando en español sobre
Colombia, así que nos pusimos a charlar un buen rato con ellos: Aileen y
Felipe, madre e hijo, chilenos, que estaban de reencuentro pues Felipe llevaba
viviendo 1 año en la India. Sin saberlo, conocimos a nuestros compañeros de
viaje para los siguientes 16 días.
Con
ellos al día siguiente nos fuimos en moto al templo Phra Thai Doi Suthep en lo
alto de la montaña, y a la residencia de invierno de la familia real. Lo bonito
del paseo, más que los lugares que visitamos, es la carretera entre los bosques
y la vista de toda la ciudad. Cenamos de nuevo juntos y decidimos irnos a pasar
navidad los cuatro junto a un español y otros amigos a un pueblo con fama de
hippy, Pai.
Así
que el jueves 22 llegamos por la tarde a Pai,
después de 724 curvas en la carretera. Pai
es un pueblo aún más al norte de Tailandia, casi en la frontera con Myanmar (de
hecho viven muchos refugiados en esta zona), muy pequeño, con dos calles
principales, llenas bares, sitios de masajes, restaurantes y tiendas de ropa y
de artesanías. Todos los sitios con mucho encanto. Es un pueblo súper
tranquilo, pero con ambiente, lleno de gente joven. Nos quedamos en unas cabañas en medio de la
naturaleza, con una cocina al aire libre donde nos encontrábamos todos los
huéspedes a cualquier hora.
En
Pai, paseamos en moto, Pablo en bici, hicimos caminatas, nos dimos por fin más
de un masaje tailandés, comimos y charlamos mucho con nuestros amigos. Además,
el 24 brindamos con vino chileno por cortesía de los mismos, y nos fuimos de
fiesta, con serias consecuencias al día siguiente (pudimos comprobar porque a
la cerveza Chiang le dicen Chiang –over), pero que valieron la pena, pues la
pasamos muy bien.
Tenemos
muy buenos recuerdos de Pai, es un lugar especial. Además recargamos energía
para lo que teníamos planeado para Laos. Recomendamos este pueblo súper hippy
en medio de las montañas con muchas rutas para hacer entre montañas y ríos. S epuede visitar el pueblo chino, mini cascadas, un puente de la segunda guerra mundial o el cañon de Pai especialmente recomendable.
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