A
Vietnam llegamos con pocas expectativas, pues muchísimos viajeros que hemos
conocido nos hablaron mal del país, dicen que todo es muy turístico, nada
auténtico, que la gente es antipática y siempre quieren sacarle partido al
turista, en fin… por todo esto reducimos aquí el tiempo. Sin embargo, para
nosotros fue todo lo contrario. La gente nos cayó muy bien, no tuvimos
problemas y los sitios que visitamos tienen algo especial, encanto. Sólo
visitamos cuatro sitios (Ho Chi Ming, Hoi Ang, Hanoi y La Bahía de Halong), los
dos primeros muy rápido porque teníamos que estar una semana en Hanoi para
sacar la visa de La India.
Como
siempre, el viaje de Camboya a Vietnam debía ser de unas 7 horas, un viaje
tranquilo y normal, pero para no ser una excepción, duró 12 horas desde que
salimos del país. En la frontera con Camboya,
nos metieron a 17 turistas en una mini van… en fin, lo normal. Llegamos a Ho Chi Ming, el domingo 22 de
enero a las 11 de la noche. Dormimos en la zona mochilera y por ende turística,
así que había mucha opción de restaurantes y bares.
Ho Chi
Ming es una ciudad muy grande, como de diez millones de personas y es la
capital económica y la ciudad más rica y desarrollada del país. Aunque puede
que sea el lugar menos especial de todos los que estuvimos en Vietnam, como era
el primero y sólo estuvimos dos días pues la verdad que nos pareció bien. Como
digo no es una ciudad espectacular, pero nos quedamos con el museo de la guerra
de Vietnam, muy interesante, con unas exposiciones de fotos impresionantes y
donde ponen a los americanos a caer de un burro con razón. El barrio de mochileros
y turistas no es muy especial, está lleno de bares y restaurantes aunque nada
bonitos. Eso sí nos gustó mucho el ambiente en las terrazas de mesas y sillas
de plástico con cervezas a medio dólar mientras ves los seis millones de motos
y los diez millones de personas pasar. También tienen mucho encanto perderse
por los mini callejones que comunican todas las calles, es como otra mini
ciudad. El segundo día por la mañana fuimos a los túneles de Cuchi, famosos por
ser las trincheras del Vietcom durante la guerra. La historia es interesante
pues recrean la vida que crearon (los túneles, cocinas, hospitales, qué comían,
las trampas para cazar americanos, etc.), pero el tour de un día es un coñazo
impresionante y hay más gente que en la guerra.
De
allí cogimos un vuelo hacía Da Nang (ciudad con mar llena de súper resorts) y
luego un carro media hora hasta Hoi Ang
donde sólo estuvimos dos días pero nos hubiera gustado estar al menos uno más.
La parte antigua es preciosa, tiene como cincuenta casas reconocidas como
Patrimonio de la Humanidad muy bien restauradas, distribuidas en tres o cuatro
calles bastante largas, una de las cuales da un río donde puedes coger una
barquita para que te de una vuelta. La vueltecita es un poco sosa pero los
viejecitos que llevan las barcas son de lo más auténtico (el nuestro tenía por
lo menos 80 años, había combatido en la guerra y no tenía una pierna por una
mina, además no hablaba inglés así que todo con señas, espectacular la
conversación). También hay un par de mercados locales donde los vietnamitas
hacen su vida diaria y cientos de tiendas donde te hacen trajes y vestidos a
medida por precios ridículos. Alquilar una bici para cruzar el puente y ver la
parte menos turística también merece mucho la pena. Para nosotros uno de los
sitios más bonitos de todo el sudeste asiático, recuerda un poco a Luang
Prabang (en Laos) pero es más auténtico, las mujeres con los típicos sombreros
vietnamitas, la gente mayor tomando té, los puestos de comida en la calle, etc.
Es cierto que hay muchos turistas, pero el pueblo tiene su propia vida, un
ambiente muy relajado y muchos restaurantes y bares buenos, bonitos y baratos
para disfrutar. Muy recomendable.
Nuestro
siguiente destino fue Hanoi
donde teníamos que estar una semana para poder sacar la visa de La India. En
principio parece mucho tiempo pero teniendo en cuenta que tres días nos fuimos
a La Bahía de Halong, creo que está bien.
Lo
bueno de Hanoi es perderse por la estrechas y agitadas callejuelas del barrio
antiguo. No tiene ningún monumento que nos llamara excesivamente la atención,
pero la ciudad tiene mucho encanto. Las motos aparcan en las aceras y los
peatones vamos por la carretera jugándonos la vida y los tímpanos entre los
miles de pitidos de coches y motos, y los timbres de las bicis y los trisows.
En los trocitos de las aceras donde no hay motos hay puestos de comida o
terrazas de mesitas y sillitas de plástico donde los vietnamitas comen o beben
zumos y tés mientras comen platos de pipas, dejando todo hecho una mi... Aún
así hay millones de personas entre las motos y las mesitas y sillitas entrando
y saliendo de las tiendas, restaurantes y cafeterías. El café es muy importante
para los vietnamitas y lo toman a todas horas en todas sus modalidades. La
ciudad está llena de cafeterías donde van a tomar algo con los amigos o para
hablar y cerrar negocios.
Además
el primer día, mientras buscábamos un sitio para desayunar, encontramos un
restaurante español llamado “Ola de Tapas” donde nos hicimos varios colegas que
vivían allí, un español, un peruano y un venezolano con los que lo pasamos muy bien,
con los que discutimos horas y horas de política, nos contaron muchas cosas de
la vida en Hanoi y de los vietnamitas, y nos enseñaron la noche de Hanoi que no
es fácil de encontrar ya que “todos” lo sitios cierran a las once de la noche,
cosas de los comunistas (como prohibir Facebook y tweeter cuando hay elecciones
o fiestas nacionales).
En
el primer hotel de los que estuvimos en Hanoi contratamos el tour para Bahía de Halong, y como teníamos
suficientes días contratamos tres días y dos noches. Halong está como a tres
horas en bus desde Hanoi y allí el tema consiste en embarcarte en un barco
grande de madera y navegar por la bahía los días que hayas contratado. Hay
barcos de todos los precios, calidades y comodidades. Dicen que hay 800 barcos
para turistas los cuales se llenan casi a diario. El nuestro se llamaba el
Margarite 2 y la verdad es que quedamos muy contentos con todo.
El
primer día quedamos algo desilusionados del entorno de la bahía, pues todo
estaba lleno de barcos que hacían el mismo recorrido (parecíamos la Armada Invencible),
te daban una pequeña vuelta por la bahía y te paraban a visitar una cueva
enorme, bonita pero que para dar un paso tenías que esperar a que los otros dos
mil turistas que tenías delante dejaran de hacerse las fotos más estúpidas que
se te acurran. Por la noche te dan una clasecita de cocina bastante cutre donde
te enseñan a hacer los famosos rollitos de primavera y luego cenas en el
restaurante del barco. La comida es rica y abundante aunque te toca compartir
mesa con el grupo en el que caigas. Nuestro grupo de la primera noche era
bastante pero bastante sosito. Después de la cena te subes a la terraza de
arriba del barco para tomarte algo. Nosotros los compartimos con una rusa y una
pareja de canadienses con los que nos reímos mucho.
Como éramos los únicos de todo el primer grupo que se quedaba dos noches, la verdad que estábamos algo estresados ya que el primer día no nos había gustado mucho. Pero fue una de las mejores decisiones del viaje. Al día siguiente nos vino a buscar un barco algo más pequeño a nosotros dos solos, primero fuimos a una granja de ostras y perlas, luego hicimos una ruta donde no había casi ningún barco, sólo tres o cuatro, pero como cada uno iba a su ritmo muchas veces navegabas sólo. El paisaje es una maravilla y estar en la terracita del barco casi en silencio con un par de hamacas, nuestro guía chino muy simpático, y disfrutando de esa tranquilidad y vista fue realmente especial. Tras un par de horas navegando, paramos para hacer kayac por unas cuevas y lagos espectaculares rodeados de las famosas islas-montañas de Halong Bay y escuchando monos y animales en aguas transparentes. Allí estuvimos como dos horitas con un solecito maravilloso. Fue una de las mejores experiencias de todo el viaje. Luego nos hicieron unos pescaditos a la parrilla para comer, visitamos una playita y un templo y de vuelta al barco grande para cenar con el nuevo grupo. El tercer día es un poco más pesado porque no haces nada especial, pero es muy chévere la experiencia de navegar y dormir en la tranquilidad de la bahía.
Vietnam
nos gustó y nos quedamos con ganas de más. Es un país súper auténtico, pues a
pesar de la cantidad de turistas siguen manteniéndose fieles a su cultura, y
tiene mucho para ver, aprender y disfrutar.
Sou o pai da Sarah que e amiga brasileira da Maria.
ResponderEliminarEstarei viajando com voces. E um sonho que realizo atraves de voces .
Estou gostando muito dos comentários e das maravilhosa fotografias.
Obrigado por permitirem compartilhar dessa experiência fantástica
Alencar.